por: Lilian Cid Escalona

La actuación del atletismo cubano en Tokio es la mejor de este deporte desde Beijing 2008. Tres preseas, 1 de plata y dos de bronce, igualan lo hecho por los 48 atletas que estuvieron en Londres y superan lo logrado los 42 que participaron en Río.

La delegación, de 18 integrantes, logró siete ubicaciones en posiciones finalistas, con cima en el metal plateado de Juan Miguel Echevarría en el salto de longitud.

A continuación, compartimos 7 elementos que matizan algunas aristas de la actuación olímpica del atletismo cubano, convocado desde ya a desafiar límites en su afán de sostener la acostumbrada presencia en la élite mundial:

  • Maikel Massó produjo la actuación más sorpresiva, desde lo positivo, al hacerse con una medalla de bronce que se salió del marco de todo lo “previsto”. La conjugación de varios factores, entre ellos su salto de 8.21 metros en una competencia accidentada, dieron a Maykel la primera presea en la categoría absoluta, tras haber dominado a placer su prueba durante su curso como juvenil. La marca que avala la medalla, sin embargo, no le asegura cupo directo al Mundial de Eugene 2022. El boleto de acceso al Hayward Field se cotiza, como en Tokio, a 8.22 metros.
  • Juan Miguel Echevarría logró la plata en una competencia de salto de longitud enrarecida por las lesiones. Con idéntico registro, 8.41m, que Miltiadis Tentoglou tuvo que conformarse con escoltarle debido a la mejor secuencia del griego. Cuba hizo el dos-tres en esta prueba y es la primera que sitúa dos atletas en el podio de esta especialidad. Asimismo, este “doblete” es apenas el tercero en la historia olímpica de nuestra isla. Antes Rodolfo Falcón y Neisser Bent en la natación en Atlanta 1996 y Yipsi Moreno y Yunaika Crawford en el lanzamiento del martillo de Atenas 2004.
  • Roxana Gómez protagonizó el resultado deportivo más importante de la delegación atlética cubana. Su marca de 49.71 segundos en la semifinal de la prueba de 400 metros tiene ribetes históricos. Primero porque rebaja en más de 1 segundo el resultado de 50.76 con que aterrizó en territorio tokiota, luego porque es la tercera marca en la historia cubana de la vuelta al óvalo solo superada por Ana Fidelia Quirot (49.61 récord nacional y otra carrera de 49.62) y en tercer lugar porque la puso en una final a dónde Cuba no llegaba desde el quinto puesto de Aurelia Yeya Pentón en México 1968.
  • De los 15 cubanos que lograron marcas en su concurso bajo los cinco aros, solo dos atletas, Roxana Gómez y Zurian Hechavarría, de 400 metros y 400m con vallas respectivamente, optimizaron sus marcas personales.
  • Otros tres: Juan Miguel Echevarría, Cristian Nápoles y el relevo femenino de 4x400m, consiguieron la mejor marca de la temporada en sus presentaciones en el Estadio Olímpico de Tokio. En los tres casos facturadas en la ronda de clasificación.
  • Entre las “deudas” más notables desde lo cuantitativo se pueden citar actuaciones como la de Luis Zayas, solo 2.17m en el salto de altura; Denia Caballero, cuyos 57.96 metros resultan ser lo más discreto que le hemos visto lanzar en toda su historia en la alta competición; y Rose Mary Almanza, armada de tiempos por debajo de los 1:57 minutos que prometían un curso hasta la final y quedó a las puertas de la misma y sin acercarse a sus registros. Aunque es justo reconocer que su crono de 1:59.65 es el mejor de toda su extensa carrera en la alta competición, esa que incluye tres juegos olímpicos, cuatro campeonatos mundiales y tres juegos panamericanos.
  • La batalla por la conquista de Tokio nos deja un saldo no depreciable de heridos. Lesiones que preocupan, máxime cuando todos (Juan Miguel, Maikel, Roxana, Leyanis, Yorgelis y Andy) forman parte de un grupo necesariamente convocado a marcar la avanzada de nuestro atletismo para afrontar otro ciclo atípico de cara a Paris 2024. Estaremos al tanto de conocer los motivos y la magnitud de sus molestias. Deseando, en primera instancia, una total y completa recuperación para cada uno de ellos.

Una reflexión

En los Juegos Olímpicos hemos visto 3 récords del mundo ser destrozados y otras 8 pruebas vieron caer las mejores marcas vigentes para esta competición. Resultados que se suceden como la muestra fehaciente del extraordinario nivel competitivo que vive el atletismo mundial contemporáneo.

Con la ciencia como punta de lanza, el reto es cada vez mayor para esta isla que se reinventa ante el sempiterno desafío de mantener figuras en la élite. Por delante, un largo camino que pasa por sanar las heridas, optimizar los métodos, perfeccionar el proceso y potenciar el talento.

Si de algo nos ha servido este 2021 es para entender que de ahora en adelante no bastará con competir solo en casa, sino que hay que viajar el mundo para conseguir más cupos (en batalla por los puntos) a los próximos eventos del orbe, léase los campeonatos mundiales y, por supuesto, Paris.

La pandemia seguirá siendo parte de nuestras vidas, y el esquema de clasificación de la World Athletic no desaparecerá por más que se le critique. Tampoco se vetarán las zapatillas o las nuevas pistas. Coe ha sido muy claro: “Creo que estamos en un mundo de innovación. No quiero atajar la innovación que los fabricantes de zapatillas están logrando”, asegurando el destino que signó para el atletismo desde su elección.

Un deporte más comercial que nos pone ante el reto de obrar con absoluta eficacia en el “management” y actualizar todo aquello que hasta hoy funcionó. Encomendados, como nunca antes a la inteligencia, para aprovechar -en bien propio- tanto los avances tecnológicos como la eficiencia del mercado. Un asunto que ha de apuntalarse con todo el esfuerzo por rescatar (al coste que sea necesario) las sacudidas estructuras que sirven de base de la archiconocida pirámide de nuestro alto rendimiento.